Profesionalización del directivo
Las organizaciones sanitarias son estructuras que, por su propia naturaleza, siempre han estado sometidas a un constante cambio. Sin embargo, este cambio se ha visto acelerado recientemente, tanto por la aparición de nuevos modelos de gestión –debidos a los múltiples retos actuales a los que se enfrentan los sistemas de salud– como por el avance a pasos agigantados de la innovación1.
Ante esta situación, las organizaciones deben estar preparadas para una transformación continua, y para ello se requiere de directivos de la salud con las herramientas y el conocimiento para gestionar y facilitar esta evolución. Así pues, la profesionalización del directivo de la salud resulta un eje central y primordial para sembrar unas bases sólidas en el modelo de salud actual. Este punto ha sido, y es, uno de los objetivos fundacionales clave de SEDISA y uno de los ejes centrales del plan estratégico de la Sociedad2.
El directivo de la salud, de esta manera, debe poseer una serie de conocimientos, actitudes y competencias. Aspectos como conocer los modelos sanitarios y planes de salud, las bases de la gestión tanto a nivel macro como meso y micro, los sistemas de información, la responsabilidad social corporativa, o bien habilidades como la gestión de conflictos, la negociación y toma de decisiones, la gestión del cambio o el trabajo en equipo y modelos relacionales, entre otros, suponen puntos claves que un directivo debe demostrar y acreditar.
También es importante disponer de valores y principios personales y corporativos, como la empatía, entendiendo esta como la capacidad de crear un entorno en el que los miembros del equipo puedan trabajar por sí mismos2. En este sentido, y en la búsqueda de los valores que deben imperar en un directivo de la salud, entidades como la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria resaltan los diez siguientes:
De este modo, y con un perfil ideal de directivo de la salud complejo y multinivel, es necesario que existan procedimientos estandarizados para evaluar la idoneidad del gestor sanitario y su experiencia, y complementarlos con programas de formación continua donde adquirir todas las aptitudes necesarias, así como adecuar los valores de las organizaciones para situarlos acorde a esta nueva realidad de cambio2.